La melodía de tu corazón es un sosiego para mis entrañas
que envuelve tu olvido en una nube de reposadas almas
y lo sopla lejos de nuestras moradas.
Dame de nuevo tu mano
peregrinemos juntos
besémonos de nuevo en todos nuestros pensamientos
con nuestras límpidas y enamoradas miradas.
Abracémonos a la vida que aún nos da toda su reciedumbre.
Me voy diluyendo en el silencio de nuestras lágrimas
absorbido y atenazado por las sombras de los silenciosos desiertos de tus ausencias.
Me bautizo en mi ayermada insignificancia
cuyo vacío me asfixia y desgarra.
No sé si eres o no eres tú, a la que tanto amé y a la que tanto amo,
solo sé, que en ti, ya no me sientes, ni te contristas.
Añoro las tardes abrazadas de tus palabras
en las que paseaba junto a la amarada de tu piel suspirada, sedosa y musitada
aun sin saber de tu eterna presencia por siempre amada
en las que tu mirada me deambulaba sin saber de tu preexistencia.
He cosido en una perlada lágrima azulada
todo el amor que te profesaba
y al sueño de tu nombre, mi nombre anclaba,
junto a tus delicadas alas blancas
doradas como la última áurea alborada.
Pongamos nombre a nuestra locura
como si fuera el sueño de las lágrimas
de un ángel de fuego y llamas.
Cuando te pienso
sé que te he perdido
eres mi única y verdadera alma
en el silencio de una lágrima.