Si tu nombre
me despierta
a ras de la
madrugada.
No encona la luz
el camino de regreso
a aquel tiempo.
Si todavía te
acuerdas
llegará el día,
la puerta se abrirá
al no olvido.
Aquellos muros,
abrazos ilícitos,
tan dulces, tan
reales…,
que hasta el último
día,
me llevarán
contigo.
No vivirse,
ha sido
morirse por dentro,
una agónica
estancia en la
habitación
de la existencia
muda.
Es la anti oración
de una lagrima,
asoma,
vierte su dolor,
se seca,
y deja clavada
su daga
hasta después
de la misma
vida.