El ángel reprende
con sus alas rotas
al viento,
que nacido de la
fuente
parece no aquietarse
nunca.
El ángel triste
mira hacia las
alturas,
las montañas de
blancas lineas
que fueron
arrancadas,
tiempo en mano,
por su dilatada
caída.
Pero la vida vuelve
una y otra vez
a casa,
y hace florecer
las mañanas de
otras ventanas,
con la esperanza
del silente renacer
que su voz
empaña.
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